Los médicos traumatólogos reciben frecuentemente consultas de pacientes que refieren síntomas similares: dolores intensos de cuello y cabeza, limitación de los movimientos de la columna vertebral en la zona de la cervical (cuello) y otros no menos acuciantes padecimientos.
El diagnóstico es casi siempre idéntico: hernia de disco de cuello, una enfermedad que resulta de la alteración reumática no inflamatoria de las articulaciones invertebrales de la columna cervical o del disco cartilaginoso que separa dichas vértebras y que puede dar lugar a su desplazamiento, lo que constituye, básicamente, la antedicha hernia del disco.
Varias son las causas desencadenantes de esta enfermedad, entre las que cuentan caídas, choques por detrás, frenadas bruscas que obligan a efectuar movimientos exagerados de flexión o extensión con la cabeza y causan dolores intensísimos y rebeldes por su persistencia. Los vicios de postura de la columna cervical ( que sufren secretarias, operadores de computadoras, estudiantes, etc.) pueden producir lesiones de carácter crónicos al mantener en flexión la cabeza.
Otros síntomas que suelen presentarse son dolores de cabezam vértigos, alteración de la sensibilidad y motricidad a nivel de los miembros superiores, transtornos de la marcha, dolores torácicos y molestias respiratorias.
El médico descartará otras dolencias mediante exámenes radiográficos y de laboratorio, y recomendará, cuando corresponda, reposo en cama y calmantes acordes con la gravedad de la dolencia.
En ese sentido, la ciencia ha avanzado decisivamente en cuanto a los dolores frecuentes que caracterizan las hernias o padecimientos posturales. Nuevos tratamientos desinflamatorios -que no atentan contra la integridad de hígado o estómago- coadyuvan a sobrellevar y aún superar esta enfermedad. Una rápida consulta evitará sufrimientos inútiles que suelen ser persistentes y que no receden mediante la ingesta indiscriminada de todo tipo de remedios, capaces de transformarse de aliados en enemigos.
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