En el marco de los casamientos en lugares emblemáticos, a partir de ahora se suman museos y este es el turno del Larreta en el barrio de Belgrano, una iniciativa del Registro Civil a través del Ministerio de Gobierno porteño.
A partir de ahora se suman museos a los lugares emblemáticos donde los porteños pueden casarse y este es el turno del Larreta en el barrio de Belgrano. La iniciativa nace del Registro Civil a través del Ministerio de Gobierno Porteño, que ya casó parejas en teatros y ahora busca nuevos lugares de la Ciudad que le den el marco que se merece una fecha única.
En el año 1961, tras el fallecimiento del escritor Enrique Larreta, sus hijos vendieron la casa a la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires con la idea de que se transformara en un museo, donando además la colección de arte y el mobiliario que había pertenecido a su padre. Un año después, en 1962, el museo abrió oficialmente sus puertas, y su colección se fue acrecentando con donaciones y compras, que enriquecieron el patrimonio original.
2017 fue el año de la reinauguración del Museo Larreta luego de los trabajos de puesta en valor encarados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que permitieron que hoy ese sea uno de los nuevos puntos en el que tres parejas se casarán este miércoles 15 de noviembre. En tanto el próximo museo será el Fernández Blanco, el próximo 22 de noviembre.
La historia de un edificio único
Hasta 1887 el barrio de Belgrano fue una población separada de la ciudad de Buenos Aires. Y hasta fue asiento de las autoridades nacionales cuando en 1880, Carlos Tejedor (gobernador de la provincia de Buenos Aires) no aceptó la Ley de Federalización sancionada ese año, y se levantó en armas contra el gobierno central. El entonces presidente, Nicolás Avellaneda, debió abandonar la casa de gobierno frente a la Plaza de Mayo y se instaló en donde hoy está el Museo Sarmiento, sobre la calle Cuba, frente a la Plaza Manuel Belgrano (Cuba, Juramento, Vuelta de Obligado y Echeverría).
En ese pueblo, muchas familias tenían sus casas-quinta de veraneo, a las cuales se trasladaban por largos períodos de vacaciones. Donde hoy funciona el Museo Enrique Larreta, en la manzana delimitada por Juramento, Vuelta de Obligado, Mendoza y Cuba, fue desde fines del siglo XIX la casa de veraneo y residencia del escritor Enrique Larreta, escritor, académico y diplomático argentino, representante del modernismo en la literatura hispanoamericana.
Hacia 1886, el arquitecto Ernesto Bunge construyó esta residencia como quinta de veraneo de estilo italianizante para los dueños originales del lugar, sus suegros: Francisco Chas (hijo de Juana Belgrano, una de las hijas de Manuel Belgrano), y Catalina Salas. Chas había sido, entre otras cosas, senador por la provincia de Buenos Aires y había ocupado una serie de cargos públicos en el Estado Nacional. A la muerte de Chas y su esposa, la hija de ambos, Rosario Chas y su esposo, Bunge, vivieron una temporada en el lugar, pero finalmente la vendieron y en 1894 fue adquirida por Mercedes Castellanos de Anchorena. Cuando su hija, Josefina Anchorena, se casó con Enrique Larreta en 1903, la residencia fue un regalo de bodas para los flamantes esposos.
Por ese entonces, la casa solo tenía unas pocas habitaciones abiertas a una galería, con columnas y alero que rodeaban el patio. Y los nuevos dueños decidieron realizar modificaciones y, aconsejados por el arquitecto Martín Noel, encargaron al arquitecto Cristhian Schindler la transformó en 1916 en un palacio de estilo neocolonial con influencias españolas. El cambio obedecía a la época: buscar las raíces españolas en nuestra cultura frente al avance de la inmigración que “hacía peligrar los valores culturales”, y fue Noel el encargado de imprimirle un sello nacional con raíces españolas a la arquitectura local. De esa manera la casa “creció”, se incorporaron habitaciones en el primer piso, áreas de servicio, se cubrió el patio central, con una impronta más relacionada con el período renacentista español y barroco, y se construyó un patio andaluz en los jardines.
El lugar es hasta nuestros días, y especialmente luego de la renovación y puesta en valor que finalizó este año, un marco inmejorable para casarse. No sólo por la belleza de su arquitectura y de sus jardines, sino también y sobre todo por la relación directa con la historia de Buenos Aires y de sus ciudadanos más ilustres