Hoy: La Evolución Social de la Población y Los Cambios de Construcción
En el comienzo de la creación del pueblo, desde Av. Cabildo hasta Crámer y de La Pampa a Monroe, las viviendas eran más pequeñas y los lotes mas chicos , pues eran lote de 10 varas (8,66 mts). De Av. Cabildo hasta Barrancas y de La Pampa a Monroe, los lotes eran más grandes, porque ya habían establecido viviendas y se respetaron los terrenos preexistentes.
Como consecuencia, los alrededores del rectángulo mencionado eran mucho más importante en medidas porque estaban las quintas.
Hacia el 1900, hubo una gran invasión de gente que buscaba tranquilidad, por entonces, el barrio de mayor categoría era barrio Norte, y ya empezaba a ponerse bullicioso, entonces los pobladores mas ricos, se trasladaron a Belgrano, porque podían disfrutar de paz, espacios verdes y una magnífica vista al río, el que llegaba hasta donde hoy está el terraplén de la estación “Belgrano C” de la línea Mitre del ferrocarril. El tipo de edificaciones era alargada, con galerías, de las que hoy subsisten muy pocas.
Por aquel entonces, los pobladores de la zona eran mayormente extranjeros, ingleses que trabajaban en el ferrocarril, (en la línea que pasa por “Belgrano R”), y más tarde migraron hacia San Isidro. A medida que el tiempo transcurría, nuevos bloques migracionales se fueron sucediendo, debido sobre todo a los créditos bancarios.
Los grandes quintones de majestuosas casas coloniales y las posteriores edificaciones de terrenos mas pequeños, pero que conformaban caserones y palacetes, comenzaron a sufrir la desgracia de lindar con nuevas construcciones, en torre de varios pisos, que les quitaban aire, y luz, y que además rompían la armonía del conjunto.
De ésta manera, sus dueños se vieron casi forzados a trasladarse a otras zonas hacia el norte, (San Isidro, Beccar), y al venderse las casonas, fueron demolidas para dar lugar a nuevos edificios. Es aquí donde los créditos repercuten en la población, que elige a Belgrano por su belleza paisajística, sus verdes jardines que aún subsistían, y la relativa cercanía con el microcentro. El Belgrano de los lotes chicos comienza a morir, y el de los lotes grandes muere más lento.
En la década del ‘40 compran en gran medida, la colectividad israelita, edificios de departamentos de gran categoría, para trasladarse nuevamente a mediados de la década de los ’50. En ésta oportunidad, la gran masa compradora corresponde al período militar. Muchos edificios son construidos en la zona por las Fuerzas Armadas.
Los departamentos vendidos por sus antiguos ocupantes, si bien siguen siendo de categoría, ya tienen una cierta edad, y son adquiridos mayormente por altos cargos militares y por una clase media acomodada.
Esta transformación ocurre hasta fines de los ’70, en que principia el fin del Belgrano antiguo.
La zona comercial, que en su época de gloria, ostentara gran categoría y refinamiento, comienza a transformarse de acuerdo a la condición económica de la nueva sociedad, convirtiéndose en negocios más pequeños y al alcance de más clientes con menos poder adquisitivo.
Surgen así la mayoría de las galerías comerciales que hoy se encuentran en la Av. Cabildo.
Hoy el barrio de Belgrano sigue siendo un baluarte del mercado inmobiliario, su valor, tanto a nivel residencial como comercial, se ha incrementado, y es uno de los barrios más caros de la Capital.
En la zona comercial, una sucesión de pequeños y medianos negocios, anunciados con grandes carteles, inunda la Av. Cabildo, principal centro comercial y principal objeto de contaminación visual.
En cuanto a los criterios de conservación, el pueblo de Belgrano siente una especial responsabilidad, tanto en el tema de lo edilicio e identidad visual del barrio, como en el aspecto cultural.
Belgrano ofrece a quien reside y lo visita, una de las más encantadores visiones del pasado tanto en su casco, ya mencionado previamente, como en sus calles interiores.
Si bien no todas las casonas fueron declarados monumentos históricos o han tenido la suerte de obtener una puesta en valor, en sus zonas residenciales, especialmente de Av. Cabildo hacia la Av. del Libertador, muchas fueron adquiridas como sede de embajadas, y hacen alarde de un exquisito mantenimiento.
Otras son bien conservadas por sus dueños, y en la mayoría de los casos, en que los costos de semejantes casa de habitación se hicieron insolventables para una familia, fueron vendidas para ser usadas como establecimientos educativos de todos los niveles.
En cambio, sobre la Av. Cabildo la mayor parte de las construcciones de pisos de categoría fueron remodeladas en su planta baja para insertarles locales comerciales, de tal manera que cualquier observador que pueda omitir el avasallamiento de la publicidad, notará un Belgrano a nivel de planta baja, y otro del primer piso para arriba.
Este es un criterio de conservación bastante particular, ya que se trató de no eliminar toda la estructura representativa del barrio.
En otras avenidas, como pueden ser Crámer, o de los Incas, la edificación moderna se asemeja a cualquier otro barrio, porque son representativas de décadas mas cercanas, aunque resaltan algunas construcciones particulares, como la Iglesia de San Salvador construida en 1896.
Por otra parte, en el aspecto cultural, el pueblo de Belgrano es muy celoso de su identificación nacional, y se manifiesta a favor de los próceres y personalidades locales, tal como sucedió cuando extendieron la línea “D” del Subterráneo hasta la Av. Cabildo al 1600 con el nombre “Estación Virrey del Pino”.
La empresa Metrovías, ya había instalado en todos los carteles fijos y luminosos de señalización con ese nombre y tuvieron que ser cambiados por las gestiones del pueblo, al de “José Hernández”, poeta autor del “Martín Fierro”, quien viviera en el barrio.
Otro punto de especial cuidado son las Barrancas y sus alrededores. Una de las edificaciones más notables, también monumento nacional histórico desde 1977, es la casa de Alsina, construida entre 1850 y 1855. Adquirida por el Banco de Crédito Argentino, le fue realizada un prolija puesta en valor. Hoy pertenece a la Fundación Banco Francés.
Frente a ella se puede disfrutar de la vista de la Fuente de los Delfines, (denominación popular), donada por el ingeniero Nicolás Mihanovich en 1900 a la municipalidad.
Está realizada en granito de Tandil, mármol blanco de Carrara y mármol dolomítico amarillo de Azul.
Muy cerca de esta fuente, en la plaza central de las Barrancas, se conserva un brocal de aljibe, con sombrilla metálica, presuntamente usado por los monjes franciscanos que trabajaban y vivían en esta zona cuando era una calera, (razón por la cual, a fuerza de extracciones de material de construcción, se diferenció el relieve).
Frente también a la calle 11 de Septiembre existe una glorieta o palco de música, con forma de pagoda, construido en 1910 en gran parte con hierro. Tenía por finalidad alojar orquestas y bandas, y también sirvió de oratorio de muchos políticos.
En 1993 fue prácticamente destruido y reconstruido un año después.(Ver Anexo). Hoy sirve para alojar distintas manifestaciones de arte musical, (tango, cuartetos de cuerdas, etc.) y también para recibir a sus pobladores que bailan tango en ella los sábados y domingos por la noche.
Cabe recordar que en parte de lo que hoy son las Barrancas, estuvo erigido el castillo Lacroze, del cual sólo se conservan documentos fotográficos.
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