
En ese prolongado recreo que supone el verano para los más chicos, y que suele renovar las ganas de hacer cosas al aire libre en los más grandes, los espacios verdes y públicos se convierten en la alternativa número uno para todos los que tienen que hacerle frente al calor en la urbe porteña. Claro que para ello deben estar habilitados a los vecinos y no cerrados por obras, como sucede en seis plazas de la Comuna 13, donde se está llevando a cabo su puesta en valor en plena “temporada alta”.
Los trabajos afectan a miles de vecinos de Belgrano, donde está en obra la Plaza Castelli (Echeverría y las vías) y el sector de juegos de la recientemente reabierta plaza Belgrano (Ecehverría y Vuelta de Obligado), Núñez, con las plazas Francisco Ramírez (Moldes y Manuela Pedraza) y Félix Lima (Ramallo y Arcos) cerradas, y Colegiales, donde se están interviniendo la Plaza Paso (Moldes y Virrey Olaguer y Feliú) y la Mafalda, en Santos Dumont y Conde.
Ahí, en esos perimetrados metros ganados al cemento, donde en los meses más cálidos del año la prolongación del día invita a jugar, hacer deporte y compartir momentos de ocio al aire libre, en lugar de chicos trepando a los toboganes, amigos mateando y compañeros de ejercicios, hay máquinas, materiales, obreros y, según los vecinos, reformas que avanzan lento y que no son las necesarias para la comunidad que las habita.
“Son arreglos que los decidió unilateralmente el jefe comunal. El problema es que no nos escuchan. Se muestran muy participativos, pero la realidad es que en este caso sólo atendieron a un grupo de vecinos que los intimaron con tomar la plaza de su barrio”, expresa Samanta Biscardi, usuaria de la plaza que linda con las vías del ferrocarril Mitre a la altura de Colegiales.
El episodio al que se refiere es el que protagonizaron vecinos de la plaza Félix Lima, y que con ello lograron tener una participación más activa en las remodelaciones que se llevaron a cabo en ese espacio verde. Esto, en efecto, fue confirmado por la Comuna. “En Felix Lima estamos haciendo los últimos ajustes antes de invitar a los vecinos a una reunión para recorrerla juntos y que nos den sus comentarios y opiniones. Este es un buen ejemplo donde hemos trabajado de manera participativa”, admitieron.
“No necesitábamos estas obras, solo queríamos más pasto y esto si hay algo que no suma es más verde. Además, no ponen luz, iluminan muy mal, porque ellos pretenden que la plaza no tenga vida de noche, no quieren que la gente esté en el predio”, dice Valeria, que junto a otras mamás del barrio también perdió el espacio donde festejaban los cumpleaños de sus hijos.
La cuestión de la inseguridad en horarios nocturnos también es un denominador común en los alrededores de los espacios verdes en obra. “Es mucho más insegura la zona, no hay gente alrededor y no hay luz suficiente con lo cual el cierre acarrea un segundo problema”, resume Carlos Wilkinson, que suele acercarse a la plaza Mafalda, en Colegiales. Allí, la gente pudo dejar de entrar en diciembre.
La Plaza Castelli, en Belgrano R, una de las más concurridas y pintorescas del barrio, está con las rejas cerradas desde octubre y el vacío que se percibe en su interior se traslada en muchos casos a los comercios que la rodean. Empleados de librerías, confiterías y bares coinciden en que la actividad bajó, sobre todo en los horarios que no son centrales y que antes se alimentaban con el público que se dirigía al parque.
Tanto para este espacio, como para el resto de los afectados por la puesta en valor, los consultados coinciden en que más que reformas, lo que se necesita es mantenimiento. “Es inexistente, y así las obras no sirven. Hay lugares donde los cestos rebalsan de basura y están llenos de mugre”, repiten.
“Estos proyectos fueron aprobados y se decidió no hacerlos esperar y ponerlos en marcha cuanto antes. Son muchos espacios sobre los que debemos trabajar y algunos han afectado esta época, pero es necesario para que podamos llevar adelante todos los proyectos”, explicó el jefe comunal, Gustavo Acevedo. En teoría, las plazas comenzarían a habilitarse entre fines de febrero y principios de marzo, justo para cuando los chicos vuelven a clases y los días empiezan a acortarse.