Es por las circunstancias del tránsito y los arreglos incompletos por parte de las empresas de servicios. Aunque la Ciudad tiene un plan para mejorar el asfalto, todavía quedan 40 mil pozos en las calles porteñas.
La reparación de baches en las calles de la Ciudad nunca es definitiva. Tras un arreglo, siempre hay un nuevo pozo en otra esquina. Es la historia de la manta corta. Aunque el Gobierno porteño tiene un plan para responder a los reclamos de la gente y mejorar el asfalto, las circunstancias del tránsito y las obras incompletas por parte de las empresas de servicios acrecientan el problema. Según un relevamiento de Barrios Activos, la nueva plataforma de participación virtual que permite a cada ciudadano conectarse con su municipio para hacerle llegar sus propuestas, existen cerca de 40.000 baches en 2.100 calles porteñas, a razón de diez agujeros por calle.
Tal vez por sus dimensiones o por el paso obligado de miles de vehículos por día, Palermo y Belgrano son los más afectados por esta problemática. En total, cada barrio cuenta con 5 mil baches. Liniers y Flores, de las comunas del sur, se encuentran en el segundo escalafón del listado, con entre 3 mil y 4 mil defectos en sus cuadras. En tanto, Pompeya, Caballito y Almagro tienen hasta 2 mil huecos cada uno.
Desde el Gobierno porteño indicaron que el principal problema radica en que las compañías de servicios realizan un arreglo y luego no tapan el agujero. Se da principalmente en esta época del año, cuando las empresas de electricidad se encuentran con múltiples denuncias por los cortes de luz y deben desplegar sus cuadrillas en toda la Ciudad.
Con inspectores, las 15 comunas supervisan los trabajos y multan a las empresas infractoras. Y en muchos casos, para paliar el problema, los operarios de la Ciudad terminan colocando una chapa en el asfalto para evitar accidentes de tránsito.