Palermo; Vecinos organizan un velorio simbólico para “Pechito” Ferreiro

pechitoLa esquina que durante 12 años ocupó Alejandro “Pechito” Ferreiro, una persona sin techoque era muy querido por los vecinos de Palermo, parece un santuario. Flores, fotos de “Pechito” y sus perros, carteles con frases que anuncian que no lo olvidarán, recortes periodísticos de notas que le hicieron. Ahora, tras su muerte, quieren darle la última despedida y organizaron un “velorio simbólico” para esta tarde a las 19.30 en la esquina que era su hogar.

 Los vecinos se quedaron con muchas dudas con todo lo sucedido con “Pechito”. Piden respuestas al gobierno de la Ciudad, que se lo llevó el viernes 30 junto a sus perros Galo y Pechin en una camioneta del servicio 108. Viviana, una de las vecinas que lo ayudó a subir las cosas, dice que la promesa era llevarlo al Hogar Rawson. Le dijeron que lo aceptaban con sus mascotas.

Sin embargo, cuando al día siguiente otra vecina fue a verlo al hogar le dijeron que allí no había ingresado. Entonces, avisó a los vecinos y empezó la búsqueda. Hicieron un grupo de Facebook que tiene 660 miembros y empezaron a rastrear por hospitales y sedes de policía. Así se enteraron que lo habían llevado al Hospital Penna para hacerle estudios, que de ahí lo habían trasladado al Hospital Piñero. De los perros no supieron decirles nada.

La noticia de la “desaparición” formal comenzó a crecer en las redes sociales y los vecinos del barrio organizaron vigilias para dar con su paradero por los hospitales de la zona. Cuarenta y ocho horas después lograron dar con él, de casualidad, en el hospital Piñero a dónde había llegado como NN, luego de aparecer desnudo, descompensado y golpeado cerca de la villa de Bajo Flores, lugar en el que quedaron sus mascotas.

Los vecinos cuentan en un comunicado que encontraron a Alejandro en el Hospital Piñero, pero la institución se negó a internarlo y, en cambio, lo mantuvo en la guardia. Ante la insistencia de ellos para que sea observado mejor fue trasladado al Hospital Rivadavia donde lo mantuvieron aislado dos días. Luego fue trasladado a terapia intensiva donde falleció días después.

Valeria, una de las vecinas que organiza el velatorio, aún no se explica cómo se llegó a esta situación. “Pechito estaba bien de salud; con los achaques propios de estar en la calle, con dificultades para caminar, pero de ningún modo corría riesgos su vida”, dice a LA NACION. Cuenta que el último recuerdo que tiene de él fue el momento en que lo acompañó en la ambulancia para que se le garantizara un tratamiento. “No sabía lo que decía, me hablaba de una carta al Papa”, cuenta.

 Los recuerdos de tantos años de vivir a la vuelta de “Pechito” son cientos. “Estaba siempre alegre, jamás tenía una palabra irrespetuosa, no pedía plata, tenía conversaciones inteligentes, cantaba. Era difícil no quererlo”, confiesa. Como ella piensan cientos de vecinos; algunos otros no estaban contentos con su presencia y habían llegado a presentarse ante la Justicia para que lo sacaran del lugar por “ruidos molestos”.

Felipe, uno de los jóvenes del barrio que sí quería a “Pechito” se hizo cargo de los perros. Valeria cuenta que están muy bien cuidados, tanto como si vivieran con él