Camina por las calles de Nuñez. Se desplaza indiferente a las miradas de los vecinos. Sus ropas descuidadas, sin llegar a ser harapientas, su cabello pringoso y su barba desprolija destacan un rostro aún jóven, aunque curtido por el tiempo y vaya uno a saber, por cuantas desventuras.
Alto y enjuto, parece una figura fantasmal que recorre incansablemente las calles del barrio. Sus habitantes no le temen, más bien les intriga y casi diría que les simpatiza el hecho de tener un personaje casi mítico sobre el que se pueden tejer todo tipo de hechos imaginarios. Quisieran conocer la historia de vida que lo llevó a esta situación. A tener esa mirada que se pierde en el fondo de los tiempos y habla de dolor, de ausencias y de una evasión que linda con la locura.
No habla con nadie, recibe lo que le alcanza algún alma caritativa, pero lo hace desde la lejanía del que esta fuera de este mundo que suele ser muy cruel con los humanos.
A veces recoge algunas hojas de diario, con las que juega el viento habitualmente, y se sienta en cualquier cordón para leerlas minuciosamente…o al menos así parece que hiciera.
Todos los barrios tienen en su haber personajes misteriosos, leyendas urbanas, extraños hechos no resueltos que enriquecen su historia, conforman su idiosincracia y le dan a los barrios sus características distintivas, al igual que sus edificios emblemáticos o su arquitectura.
El personaje al que nos referimos, desaparecerá un día sin saber hacia donde, pero quedará su huella en el imaginario popular y en las calles que recorre incansablemente.